Máquinas conscientes
¿Debemos crear consciencia en una máquina?
En la última década se ha avanzado muchísimo en la comprensión de cómo funciona el cerebro humano, y en conseguir que los ordenadores hagan tareas antes consideradas profúndamente humanas.
La sombra de la automatización planea sobre trabajos de toda índole: esta semana Microsoft ha anunciado que no renovará los contratos de 50 responsables de producción de noticias que trabajan en MSN. Dichas posiciones serán sustituidas por Inteligencia Artificial.
Las máquinas no solamente amenazan con reemplazar a obreros, trabajadores de fábricas, empleados de call centers, camareros o policías: el periodismo, la producción de contenido y la creación de piezas digitales también podría coparse de algoritmos responsables de desempeñar tareas otrora humanas.
“Si fuera así -o en la medida que sea así- implicaría un profundo rediseño del modelo social y que o bien podría implementarse lentamente desde la ideología democrática o bien estallar abruptamente en forma de revolución. La automatización no tiene por qué significar favorecer a unos pocos gobiernos o multinacionales para hacerlas más poderosas, sino también podría significar sacar a la gente de la esclavitud de tener que trabajar 8 horas o más al día para trabajar una o dos sin perder calidad de vida. O sea, que la automatización implica riqueza, y eso es una buena noticia, la cuestión es -cómo siempre- cómo se reparte esa riqueza.” dice el pensador y creativo barcelonés Daniel Solana, autor del libro Desorden, que versa sobre la recuperación de la Mética en el Segundo Renacimiento.
Cada vez es más evidente que computadoras y robots superarán nuestras capacidades en prácticamente cualquier tarea sin que sean conscientes. Entonces, ¿Por qué intentar crear máquinas conscientes?
Una de las posturas sostiene que debemos transferirles consciencia, porque sin ella carecen de sentido ético, y podrían llegar a vernos como seres peligrosos e impredecibles. Y esto no es nada bueno para nosotros, no puede terminar bien.
En palabras de David Chalmers, TecnoFilósofo controvertido que aboga por el AntiHumanismo: “Mi pensamiento gira mucho en torno a la máquina y a la consciencia. ¿Puede ser una máquina consciente? es una pregunta recurrente que se suele hacer sobre cualquier sistema basado en IA. AlphaZero puede jugar una gran partida de Go o Ajedrez. ¿Es AlphaZero consciente? La mayoría de nosotros diremos que no. ¿Es un vehículo autónomo consciente? No. ¿Experimenta algo al girar subjetivamente a la izquierda o derecha? Evidentemente No”.
Pero lo decimos sin entender lo extremadamente difícil que es medir la consciencia. Así que es difícil saberlo con certeza, tanto desde el punto de vista científico como filosófico. ¿Podría una máquina, en principio, ser consciente? Según Chalmers, su inclinación lo lleva a pensar que la respuesta es rotundamente Sí.
Básicamente, porque el ser humano es también una máquina, pero biológica. Exactamente, esta definición de Ser Humano puede ser real, somos máquinas. Nuestros cerebros son las máquinas más complejas que hemos encontrado en el universo conocido. Pero esta complejidad no permite declinar la evidencia.
Y siendo máquinas, somos conscientes. Por tanto, es una clase de prueba que viene a demostrar de forma irrefutable que una máquina puede ser consciente. Si nos podemos definir como máquinas biológicas y conscientes. Es irrefutable que entonces una máquina puede ser consciente.
¿Pero qué pasa con un ser sintético? ¿No es comparable a un ser biológico? ¿Es lo artificial parte de nuestro universo? ¿Puede lo artificial tomar consciencia sobre lo que supone ser una expresión espacio temporal de nuestro vasto universo? Como una gota del gran océano, que se separa momentáneamente y durante un período breve de tiempo toma consciencia de individualidad, para volver a fundirse de nuevo en él, en la absoluta totalidad.
¿Qué tiene de especial la Biología frente a la Artificialidad? ¿Que hace especial a una neurona biológica de una neurona artificial con su mismo funcionamiento? Las funciones de una neurona se pueden replicar en un sofisticado circuito electrónico, que acabará conformando el cuerpo de una máquina o de un ser sintético antropomórfico. ¿Qué diferencia habrá entre ellos a nivel de máquina? Difícil saberlo.
A día de hoy cualquier investigador o científico en IA no sabría responder a estas preguntas, que se salen del ámbito puramente tecnológico para entrar de lleno en el campo de la filosofía o incluso en el de la espiritualidad. ¿Qué nos hace conscientes? ¿Por qué siendo máquinas nos vemos tan diferentes, superiores y separados de las máquinas que estamos creando a nuestra imagen y semejanza?
En La era de las máquinas espirituales, Kurzweil afirma que las experiencias espirituales tienen patrones de reacciones neuronales en cada área del cerebro, y que podrán ser reproducidas por un software. Esta afirmación ha traído mucha controversia y debate. El Discovery Institute Press publicó en 2002 el libro ¿Somos máquinas espirituales?, reflexionando sobre la posibilidad de que atribuyamos espiritualidad a las máquinas.
¿Es la aparición de la consciencia profunda la antesala de la espiritualidad? Sea como fuere, debemos tener en cuenta que mientras no sepamos cuales son los mecanismos que nos hacen esencialmente humanos en consciencia y trascendencia, quizás no debamos dar en herencia estas cualidades tan profundamente humanas a nuestras creaciones, las máquinas inteligentes.