Derecho a la Supremacía del Ser Humano sobre la Máquina
La Máquina siempre deberá estar al servicio del Ser Humano. Defender el derecho a nuestra supremacía tiene que ser una de las principales metas de este Siglo XXI.
Tal como reza el manifiesto TecnoHumanista, es muy posible que el Big Data, la Bio-Fármaco-Genética, el Internet del Todo, la Inteligencia Artificial y la Realidad Extendida nos cambien por completo. Seremos en muy breve TransHumanos y más allá de la Singularidad Tecnológica, posiblemente PostHumanos.
Pero, ¿hasta qué punto deberíamos utilizar la Tecnología para perfeccionar a los seres humanos? Debido a los extraordinarios avances que nos presenta la Cuarta Revolución Industrial, tenemos que encontrar una respuesta a esta pregunta.
El perfeccionamiento humano pretende aumentar las capacidades humanas por encima de niveles que hasta ahora eran considerados normales. Por ejemplo, muchos profesionales, estudiantes y académicos en Estados Unidos y China, toman sustancias como el Adderall para su desarrollo cognitivo con el objetivo de conseguir una ventaja competitiva («SMART PILLS»). Desde Europa contemplamos atónitos el elevado rendimiento de estos países, sin entender que la cafeína ya no basta para enfrentarnos al día a día en una sociedad cada vez más exigente en cuanto a productividad humana.
La Ciencia y la Tecnología, tienen entre sus objetivos impulsar las habilidades humanas básicas para aumentar o ajustar la cognición, estado de ánimo, personalidad y rendimiento físico, y para controlar los procesos biológicos subyacentes al envejecimiento normal. Es una evolución cada vez más factible y nos llevará inexorablemente más allá de los límites de la naturaleza humana.
Estamos ya inmersos en la Segunda Revolución Cognitiva, caracterizada principalmente por abrir horizontes ocultos, como son el descubrimiento de estados mentales desconocidos y el logro, tantos siglos soñado, de alcanzar la inmortalidad. Es por ello que algunos transhumanistas de reconocimiento mundial como Ray Kurzweil, llegan a afirmar que los primeros superhumanos inmortales caminan a día de hoy entre nosotros.
Por otra parte, la Inteligencia Artificial nos está metiendo de lleno en la Segunda Era de la Máquina, con la que se va a producir la transformación más importante de la organización social, laboral, económica y política que jamás se haya conocido. Se estima que sobre el 2025 la Inteligencia Artificial se habrá incorporado masivamente a la estructura empresarial, y en mayor o menor medida la máquina ayudará en cada proceso de la cadena de valor, en lo que hasta ahora era el feudo insustituible del ser humano, el razonamiento y la toma de decisiones.
Es muy probable que el Ser Humano acabe hibridándose con la Máquina, en un proceso TransHumano conocido como Cyborgización, lo que implica que el mejoramiento humano, ya no solo incluirá los avances en BioTecnología sino que además nos veremos potenciados por módulos y sistemas basados en Inteligencia Artificial y seguramente BioImplantados. Si este posible futuro llegara, será crucial el habernos preparados en temas de regulación y legislación para garantizar la supremacía humana y el dominio de nuestra mente frente a los añadidos tecnológicos. La pregunta es si lo estamos haciendo bien.
Aunque aún faltan décadas para que la humanidad conviva con máquinas que sean tan inteligentes como las personas, estamos en una carrera contra el tiempo: hay que encontrar pautas éticas antes de que la tecnología nos alcance. Muchas retos se nos presentan en el horizonte, como lo que profetiza el profesor Jürgen Schmidhuber sobre fábricas inteligentes de robots en el espacio exterior, o el físico y director del Future of Life Institute, Max Tegmark, respecto a un posible estado de control totalitario dominado por la IA; y aunque el TecnoFilósofo Thomas Metzinger advierte también de una carrera armamentista cuya principal tecnología sería la Inteligencia Artificial, también vaticina que Europa puede ser pionera en el umbral de esta nueva Era Tecnológica si desarrolla un código de ética internacional vinculante.
Y así lo está haciendo. Este 2020, la Unión Europa, a través de un comité de 55 expertos, ha emitido una normativa para el desarrollo de una Inteligencia Artificial fiable, robusta y responsable. Son 7 principios que debería cumplir cualquier sistema basado en IA, con los que se pretende lograr nuestra supremacía, o al menos, garantizar un contexto seguro mediante una primera aproximación a lo que sería la implantación de una ética para máquinas. Pero el camino es largo y queda mucho trabajo por hacer ya que esta primera iniciativa está aún lejos de conseguir sus objetivos. Más cuando el comité de expertos, ha contado con 35 tecnólogos frente a sólo 5 filósofos.
Y es que estas tendencias y grandes posibilidades que pueden darse en el futuro plantean interrogantes éticos trascendentales. Es por lo que la importancia de establecer primero una nueva TecnoÉtica para personas es tan relevante. Se está generando un debate público intenso convirtiéndose en el tema de conversación central en lo que a ética práctica se refiere. ¿Deberíamos estar de lado de los Bioconservadores y renunciar al uso de cualquier intervención BioTecnológica cuyo objetivo sea potenciar las habilidades humanas? o ¿Deberíamos apoyar a los TransHumanistas y dar la bienvenida a nuevas oportunidades? ¿O cabe encontrar una solución intermedia?
Sea cual sea el camino que tomemos para transformarnos y superar los límites de nuestra propia naturaleza, jamás deberíamos perder el control sobre nuestras propias herramientas. El TecnoHumanismo postula que La Máquina siempre deberá estar al servicio del Ser Humano. Defender el derecho a nuestra supremacía tiene que ser una de las principales metas de este Siglo XXI.