El Metaverso ha llegado. Aunque hace años que llevamos hablando de él, ha sido a raiz del anuncio de Zuckerberg y del cambio del nombre de Facebook a Meta cuando por fin se ha popularizado. Lo que antes llamábamos Realidad Extendida, conjunto de la Realidad Virtual, Mixta y Aumentada, ahora lo hemos simplificado en un solo término, Metaverso. Y aunque aún está en fase inicial, creemos que es el momento idóneo para que paralelamente a su desarrollo tecnológico, hablemos también de su necesaria regulación y de los aspectos éticos que deben tenerse en cuenta.

Pero antes de hablar sobre cuales son las reflexiones éticas que deberíamos comenzar a considerar, definamos primero que se entiende por Metaverso. Y esta cuestión ya es producto de un intenso debate, ya que durante los últimos meses se han escrito miles de artículos sobre el tema y han aparecido multitud de definiciones que muchas veces crean más confusión que la posibilidad de llegar a un consenso más o menos aceptable. 

La más acertada según mi opinión es muy cercana a la que contó Zuckerberg: «El Metaverso será el resultado de una convergencia tecnológica que transformará Internet llevándolo desde su actual forma 2D en pantallas planas hacia una nueva forma espacial 3D que convivirá con la realidad física y nos rodeará en distintos porcentajes que controlaremos para aumentar o disminuir la sensación de inmersión y presencia».

La convergencia se produce en distintas áreas que gradualmente irán integrándose en el concepto global de Metaverso a medida que evolucione, sobre todo en las dos siguientes décadas. Como aproximación y sólo citando algunas de estas tecnologías veamos omo podrían clasificarse de esta manera:

  • Según el Entorno: 3D, Realidad Virtual, Mixta y Aumentada, Computación Espacial.
  • Según el Dispositivo: Inmersivos, Holográficos, Hápticos, Neurales.
  • Según la Identidad: First Person, Avatarización, Inteligencia Artificial, Ghost Mode.
  • Según la Conectividad: 5G, 6G, Starlink, RealTime, Always On, Persistencia.
  • Según la Economía: Web 3.0, User as Owner, Centralized, Decentralized.
  • Según los Datos: Corporación, Blockchain, Smart Contracts, Tokenización, NFTs, Lands.
  • Según la Escala: 1:1, x:x, Mirror World, Interconexión, Interoperabilidad.
  • Según las Reglas: DAOs, vDAOs, Gobernanza, TecnoDemocracia, Ethics.

Esta definición tiene múltiples conceptos y matices, y es perfectamente discutible y extendible, pero sea cual sea la evolución del Metaverso o lo definamos de una forma o de otra, nos plantea una serie de cuestiones éticas a las que la industria no está prestando atención y son las humanidades las que tienen que posicionarse y hacer que se tomen las precauciones necesarias para lograr un Metaverso al servicio de las personas y preservando sus derechos fundamentales.

Los más críticos con el Metaverso consideran que este nuevo universo digital no va a ser consecuente con la realidad del mundo físico. Por un lado las grandes corporaciones tecnológicas están pugnando por hacerse con el control de esta evolución del ecosistema digital e invierten enormes capitales para posicionarse como principales actores del gran cambio, sin cuestionarse nada más que el desarrollo disruptivo de sus productos y servicios. No están teniendo en cuenta las posibles consecuencias negativas para las personas, ni lo harán.

Por el otro, los gobiernos, juristas, pensadores y humanistas, ya han alertado de que los principales riesgos del Metaverso se centran en la falta de transparencia, honestidad y responsabilidad de estas corporaciones, y que se traslada a los Avatares que lo habitarán, tanto si representan a personas como si son autómatas con distintos niveles de Inteligencia Artificial. Es decir, el principal peligro está en la socialización con otros avatares, y el no tener las suficientes defensas para hacer que esta relación sea cívica y amparada por el derecho penal y el civil tal como ocurre en el mundo real. El Metaverso puede ser un Caos peligroso si no se regula adecuadamente.

Pero veamos algunos ejemplos breves de los casos en los que nos podríamos encontrar y posibles soluciones para poder llegar a evitarlos o al menos reflexionar sobre que marco regulatorio se necesitaría.

PORNOGRAFÍA, SEXUALIDAD Y CONDUCTAS DELICTIVAS

La industria pornográfica sufrirá una revolución. Esta revolución de las relaciones sexuales ya está en marcha en algunos países, como Japón. Se abren posibilidades que no están disponibles en el mundo real, permitiendo realizar determinadas fantasías extremas, que pueden ser moralmente reprobables y plantear nuevas cuestiones éticas y jurídicas. Las empresas pornográficas han ido distorsionando durante las últimas décadas lo que entendemos por sexualidad, hasta el extremo en el que muchos jóvenes se han visto inmersos en adicciones cada vez más violentas en cuanto al consumo de pronografía.

El Metaverso introducirá en nuestra sociedad a los humanos digitales, avatares hiperrealistas que poseerán Inteligencia Artificial y estarán disponibles al servicio de quien los solicite. Pero qué estará permitido hacer con ellos es algo tenemos que pensar si queremos una sociedad virtual que cumpla éticamente con las leyes establecidas tanto en la vida real como en la virtual.

Ya se dio el caso de una primera violación en Horizons, que consistió básicamente en un acoso virtual con proximidad entre los avatares, algo naive aún, pero que causó un grave perjuicio a la chica que se identificaba con el avatar atacado, y que llevó a Facebook/Meta a crear una distancia de seguridad entre avatares. Por ahora, parece ridículo, pero si reflexionamos sobre el Metaverso que plantea Mark Zuckerberg entramos en el terreno del tacto y los trajes hápticos.

Y es aquí donde aparece el problema, que habría pasado si la violación hubiese sido más realista ya que la chica habría sentido como la «tocaban» en contra de su voluntad y con deseo de forzarla. Aunque esta perspectiva está aún lejana, debemos cuestionarnos qué pasará si alguien nos «toca» en el Metaverso. ¿En que momento se consideraría una agresión digital? Esto es lo que hay que ir adelantando, ya que si el que realiza la agresión es capaz de ocultar su identidad o incluso automatizarla tras la Inteligencia Artificial, entramos en una nueva era de cyberdelicuencia que debe ser tomada muy en serio.

PROPIEDAD VIRTUAL, PRIVACIDAD y HERENCIA

El Metaverso está generando muchos titulares por la compra de Terrenos Virtuales en plataformas como The Sandbox. Los usuarios pueden comprar una propiedad virtual, terreno y bienes raíces e incluso crear una vivienda personal para sus avatares. Las transacciones de propiedades en estos entornos están en auge, guiadas por el mismo principio que en el mundo físico: La ubicación.

Es el caso de Calvin Cordozar Broadus Jr, conocido como Snoop Dogg, un toro en el mercado criptográfico y defensor desde sus comienzos de los NFT. El popular rapero reveló a finales de septiembre de 2021 que había adquirido un terreno virtual en The Sandbox y tenía la intención de recrear su mansión. El 2 de diciembre, The Sandbox organizó una «Venta de terrenos de Snoopverse», en la que los asistentes compraron terrenos adyacentes a la propiedad virtual de la estrella. La tierra virtual adyacente a la de de Snoop Dogg se vendió por 450.000 dólares en Ethereum.

Más allá de las dudas que nos puede plantear que una propiedad virtual llegue a valer más que una propiedad física en el el mundo real, ya que posiblemente se deba a las enormes fluctuaciones del mercado cripto, aparecen otras cuestiones que entran en el terreno de la privacidad. ¿Podremos entrar en un terreno virtual sin tener autorización? Nos puede parecer una cuestión sin importancia, pero la violación de la privacidad en una propiedad virtual hay que plantearla tal como hemos hecho en el mundo real.

Se deben aplicar las mismas normas que nuestras leyes tienen planteadas a día de hoy, ya que posiblemente necesitemos refugios de privacidad donde no estemos expuestos al resto de avatares tal como ocurre en los entornos públicos del Metaverso, y por tanto estos espacios deben ser protegidos no solo por reglas de acceso del propio entorno virtual, sino incluso con un enfoque delictivo frente a este tipo de infracciones digitales. En resumen si la Propiedad Virtual Privada es parte del Metaverso, debe ser protegida tal como hacemos en el mundo Real.

Por tanto, se plantean cuestiones complicadas tanto a nivel social, como ético y jurídico ¿Habrá una policía del metaverso que persiga a los delincuentes en el mundo virtual? ¿Cómo debemos reaccionar ante un comportamiento virtual desviado? ¿Qúe tipo de delitos debemos considerar como penales?

Y siguiendo con la cuestión de la Propiedad Virtual, y sabiendo el enorme valor que pueden llegar a tener, que ocurrirá cuando una persona muere. La muerte en las redes sociales ya es un tema conocido y Meta/Facebook ha creado un estatus especial para los «muros» de los fallecidos. Sin embargo, por su dinámica, el metaverso presenta especificidades que cuestionan las soluciones puestas en marcha por las redes sociales.

¿Qué hacer con el avatar una vez que la persona a la que pertenecía muere? ¿Crearemos espacios donde «aparcar» los avatares de las personas fallecidas? ¿O los avatares seguirán coexistiendo después de la muerte de la persona pudiendo automatizarlos mediante Inteligencia Artificial? ¿Es ético que los seres queridos pueden seguir relacionándose con el avatar de una persona fallecida, y que éste presente un comportamiento similar gracias al Big Data y a la Inteligencia Artificial? Son cuestiones que deben ser resueltas antes de que se de el caso, ya que psicoemocionalmente nos puede sumergir en un sufrimiento al que no nos hemos enfrentado jamás, mas cercano al concepto de inmortalidad.

Y por último y en parelelo, aparece la cuestión de la herencia de los activos digitales. Aunque es un tema más global y está ganando cada vez más importancia con la aparición de los NFT. ¿Cómo se transmitirán? ¿Se incluirán en el cálculo del impuesto de sucesiones? ¿Habrá que pagar impuestos en caso de ganancias de capital sobre los NFT? Por ejemplo, esta última cuestión ya se ha decidido en la India, donde se propone un impuesto del 30% sobre las plusvalías de las criptomonedas.E incluso más allá y relacionado con lo anterior, si heredamos todos los assets digitales de un avatar que sigue viviendo, y lo vendemos todo, ¿En que estado quedará ese avatar? ¿Habrá algún tipo de protección sobre los posibles seres artificiales futuros? Como se puede ver la lista de cuestiones a resolver crece sin parar. Por tanto, ahora es el momento de comenzar a darles respuesta.

INTEGRIDAD, SEGURIDAD y SALUD PSICOEMOCIONAL

Otra cuestión es si podemos tener varios avatares en el Metaverso y qué implicaciones tiene. Obviamente, la respuesta es que sí podremos, al igual que en las Redes Sociales, nada impide tener varias personalidades digitales con diferentes cuentas en en el Metaverso. Por mucho que la creación de estas cuentas estén vinculadas a tecnologías como Blockchain y otras redes de Registro Distribuido.

El concepto de identidad en el Metaverso será sin duda muy complejo por el antropomorfismo de los avatares, es decir, su apariencia humana. ¿Es éticamente aceptable clonarse en el metaverso y, al hacerlo, desdibujar las huellas de nuestra verdadera identidad? En este caso la respuesta es no, pero probablemente se repetirá el mismo escenario que en la Web 2.0 del Social Media.

Lo peligroso es que en los entornos virtuales espaciales se reduce la distancia cognitiva con la artificialidad y todos los procesos de interacción se naturalizan, por lo que nuestras reacciones emocionales ante lo que experimentamos son mucho más intensas y reales. Lo que suceda en el proceso de socialización con otros avatares será muy similar a lo que sentimos en la vidad real, y esto plantea un escenario dónde si no se asegura la integridad de cada identidad y nos involucramos en una sociedad llena de falsos avatares la salud psicoemocional puede verse notablemente afectada.

De hecho ya se comienzan a detectar efectos psicológicos tan sorprendentes como el desdoblamiento psicoemocional avatárico, donde la identificación con la identidad corpórea metavérsica es tan fuerte, que cualquier experiencia vivida en lo virtual tiene consecuencias directas en la salud mental y emocional, tal como si hubiese sucedido en la realidad, e incluso a veces de forma mucho más intensa. El Metaverso es un multiplicador de los estados psicoemocionales, tanto en las experiencias positivas como en las negativas.

También debemos plantear la cuestión de la forma avatárica. La tendencia es evolucionar hacia el hiperrealismo, por lo que llegará un momento en el que la hibridación entre el mundo real y el virtual será casi indistinguible. Lo virtual y lo real convivirán espacialmente y no sabremos distinguir lo real de lo artificial, a menos que se desarrollen los mecanismos de protección necesarios para poder detectar todo aquello que no sea parte de nuestro universo biológico, al que llamamos realidad.

En este posible futuro, ¿debería ser obligatorio por ley representarse con forma humana, o serían aceptables todas las apariencias? En este último caso, ¿Cuáles serían las consecuencias de vivir en un mundo donde los seres inteligentes, tanto humanos como IAs avatáricas puedan adoptar cualquier forma imaginable y jugar así con las fobias y las filias de las personas?

A este planteamiento cabe añadir el problema de la cyberdelincuencia. La ingeniería social es la mayor superficie de ataque a los sistemas digitales en cuanto a facilidad de obtener información que comprometa la seguridad. Si el cybercrimen comienza a usar las posibilidades que el Metaverso brinda y no se han desarrollado las defensas necesarias, se plantean algunas cuestiones que podrían resultar desastrosas. ¿Podría un avatar ser suplantado y asistir a reuniones confidenciales obteniendo información comprometida? o más inquietante aún, ¿Se podría secuestrar a un avatar y todos sus activos NFTs y pedir un rescate para recuperarlo, es decir, el malware puede llegar a los avatares? Estas cuestiones solo son la punta del iceberg, ya que si el hackeo de avatares llega a ser posible, podríamos incluso ver como es asesinado nuestro avatar o peor aún, quedar en un estado desnaturalizado cuyo comportamiento afecte directamente a nuestra identidad metavérsica.

EL METAVERSO SERÁ TECNOHUMANISTA O NO SERÁ

Solamente planteado algunas posibilidades vemos que es sumamente importante reflexionar ahora que estamos construyendo el Metaverso, para que llegue a ser el nuevo mundo virtual que ayude, complemente y esté al servicio del Ser Humano. Los mecanismos que lo configurarán generarán una estricta relación lineal entre causas y efectos que podrían llegar a ser un fiel reflejo de los complejos matices del mundo real, pero hibridados con los sesgos cognitivos que la inteligencia artificial aplicada a avatares introducirá, tales como prejuicios xenófobos o sexistas.

Es un nuevo mundo que supera a día de hoy nuestra capacidad de anticipación, por lo que se hace extremadamente complejo crear la regulación adecuada que pueda protegernos ante todas las posibilidades distópicas que podrían acabar apareciendo. Pero aunque debemos plantearnos seriamente todas estas cuestiones éticas y jurídicas, también se hace necesario tener una actitud positiva y de esperanza en que podemos hacerlo correctamente.

Desde este enfoque TecnoOptimista, el Metaverso representa una oportunidad de negocio y de avance social en todos los sentidos aún difícil de estimar. Para Edgar Martín-Blas de Virtual Voyagers, quizás la empresa del Metaverso más importante de España: «Estamos ante algo grande, tal vez sea uno de los giros tecnológico-creativos más importantes del nuestra historia, en un mundo que ya mostraba agotamiento de ideas”.

Por tanto, debemos estar preparados ante las potenciales amenazas, con una visión ética y humanista, pero sin perder el foco sobre los enormes beneficios que nos puede aportar la siguiente fase evolutiva de Internet en su nueva forma espacial 3D e inmersiva. A esto es a lo que llamamos Metaverso, y debemos hacerlo de forma ética, responsable y sobre todo sostenible e integradora respecto a todo el amplio espectro de personas que representamos a la especie humana.