TecnoDemocracia y el Nuevo Contrato Social
La tecnología y la democracia se unirán y retroalimentarán para cambiar los gobiernos estatales, empoderar a los ciudadanos y dar fin al sistema actual dónde la clase política, que sólo representa el 1% de los habitantes, toman las decisiones de forma unilateral. Esta tecnogobernanza junto al desarrollo de la Cuarta Revolución Industrial nos llevarán a un nuevo Estado del Bienestar 4.0 y a la consecuente revisión del Contrato Social vigente.
La TecnoDemocracia implica que mediante el uso de las nuevas tecnologías, todos los integrantes de la sociedad, incluidos los representantes electos, deberían tener la oportunidad de comunicarse entre ellos para la toma de decisiones políticas. En este modelo de gobierno, todos los integrantes de la sociedad pueden proponer opciones y priorizar entre las propuestas de todos para elegir la que más convenga. De esta forma, cuando todos pueden votar a tiempo real y decidir por la opción que más interesa a cada uno, la decisión se alinea con el interés de la mayoría y se maximiza el bienestar social.
La comunicación se debe establecer en una plataforma social pública, donde cada miembro del colectivo es parte soberana y puede controlar su participación sin el sesgo de un tercero. La labor de los representantes quedaría supeditada a cumplir con el mandato de la mayoría y rendir cuentas de una manera transparente.
Jason M. Hanania, autor de “Architecture of a Technodemocracy: How Technology and Democracy Can Revolutionize Governments, Empower the 100%, and End the 1% System”, nos orienta sobre cómo la tecnología y la democracia pueden retroalimentarse para revolucionar los gobiernos. El mundo está preparado para cambios radicales en el gobierno, donde cada uno de nosotros tiene la misma voz y todos somos responsables. En Architecture of a Technodemocracy, Hanania ofrece un plan detallado sobre cómo aprovechar los procesos gubernamentales actuales, los sistemas de comunicación y la seguridad del Blockchain para dar el siguiente paso en la evolución del gobierno humano.
TecnoDemocracia
Una TecnoDemocracia puede crearse sin gastar dinero de los impuestos, sin aprobar nuevas leyes, o sin recurrir a los políticos de carrera para el liderazgo. Al igual que Bitcoin, la TecnoDemocracia utiliza tecnologías fácilmente disponibles para descentralizar el poder del 1% al 100%. A pesar de haber sido redactada hace más de 200 años, la Constitución permite una república tecnodemocrática. Hanania asegura que el primer candidato tecnodemocrático elegido, implementará la tecnología necesaria para descentralizar los cuatro poderes del gobierno del 1% al 100%.
Hanania propone desarrollar, con la maximización del uso tecnológico, cuatro derechos universales:
1) El derecho a comunicarse;
2) El derecho a proponer para tener opciones;
3) El derecho a decidir sobre las elecciones;
4) El derecho a la rendición de cuentas.
El mundo está inmerso en un momento de grandes cambios, donde la TecnoSociedad se informa, comunica y organiza cada día a tiempo real y de una forma totalmente descentralizada, la evolución institucional debe apuntar hacia un modelo de esta naturaleza.
Constituirá el nacimiento de una verdadera Sociedad Horizontal, consolidada por la tecnología digital 4.0, que crecerá conjutamente con el fortalecimiento de estos derechos. La verdadera transformación, la transformación participativa, será viable gracias a las herramientas que las Tecnologías Emergentes Digitales aportarán, convirtiendo el concepto de TecnoDemocracia en una realidad.
La gran transformación
Los últimos 50 años de nuestra sociedad han estado marcados por una evolución tecnológica, la cual ha creado un cambio significativo en la vida de las personas y en el funcionamiento de las estructuras sociales y económicas. En esta carrera tecnológica, el mayor disruptor global ha sido internet. Con su nacimiento, surge también el Ciberespacio, ese universo virtual en donde las máquinas están conectadas mediante redes y donde se crea y se comparte toda la información que los seres humanos producimos.
En la actualidad la cantidad de datos obtenidos de esta hiperconectividad es difícil de cuantificar, pero se estima que para el 2025 cada día se crearán 463 exabytes de datos a través del mundo. Lo llamamos Big Data Mundial diario y equivale más o menos a 35.000 torres de libros de una altura de 150 millones de Kms cada una, la distancia de la tierra al Sol. Debemos considerar que en este Big Data Masivo, cada usuario es un generador de información que desconoce los millones de huellas digitales que deja en internet, las cuales son almacenadas y frecuentemente vendidas a terceros. Esto claramente es un riesgo enorme para la privacidad y seguridad de los individuos.
Esta revolución digital está dando lugar a una nueva Sociedad. Junto a la generación de Datos Masivos y la necesidad de proteger la privacidad personal y la propiedad de los datos, aparecen nuevas formas de trabajo nunca vistas que exigen nuevos derechos y relaciones laborales; lo mismo ocurre con la competencia en los mercados de bienes y servicios, que requieren cambios en las regulaciones y derechos de protección de los consumidores.
La nueva realidad no encaja en la legislación que conocemos, por lo que está constantemente fallando en lo que es la regulación de los nuevos métodos de producción, las relaciones laborales y las formas de interacción del tejido empresarial. Algunas innovaciones disruptivas, como la Inteligencia Artificial y el Internet del Todo, que incluye a las personas como generadores de datos, están desarrollándose en los límites de lo que las sociedades consideran ético.
Esta Cuarta Revolución Industrial y sus poderosas Tecnologías Digitales han dado lugar a una especie de refundación de lo que el gran pensador vienés Karl Polanyi denominó a mitad de los años cuarenta “la gran transformación”. En esta nueva era del Internet del Todo y de la Inteligencia Artificial junto al Big Data masivo, las sociedades han modificado a tal grado sus formas de interacción, intercambio de información, generación de valor, y otros tantos aspectos, que se requiere un nuevo “contrato social” para asegurar la prevalencia de la democracia y sus instituciones, y sobre todo poner estas tecnología al servicio del Ser Humano.

Un nuevo Contrato Social
El concepto de contrato social pertenece en su inicio al pensador Jean-Jacques Rousseau, que a mediados del siglo XVIII escribió un libro del mismo título, considerado precursor de la Revolución Francesa y de la Declaración de los Derechos del Hombre, y que trataba de la libertad y la igualdad de las personas bajo Estados instituidos por medio de un contrato social. Ese contrato era una suerte de acuerdo entre los miembros de un grupo determinado que definía tanto sus derechos como sus deberes, que eran las cláusulas de tal contrato. Esas cláusulas no son inmutables o naturales, sino que cambian dependiendo de las circunstancias y transformaciones de cada momento histórico y de las correlaciones de fuerzas entre los componentes de los grupos.
Por tanto, para poder lograr el diseño y puesta en marcha de un nuevo Contrato Social adecuado para la Nueva Sociedad Digital y que siga las consignas de un TecnoHumanismo al servicio del Ser Humano, debemos afrontar diferentes debates y nuevos retos que permitan la participación de la clase social emergente en la era digital. Esta nueva era pone a prueba la capacidad de los estados democráticos para defender los valores de igualdad, libertad, anonimato y privacidad que hoy se ven amenazados. Abre la necesidad de desarrollar un nuevo acuerdo entre los Estados y sus ciudadanos; un contrato social renovado que replantee las relaciones tradicionales entre ambos, y que redefina los límites de los actores públicos y privados.
El contrato social y el Estado del Bienestar que surgieron tras la Segunda Revolución Industrial fueron cruciales para asegurar la prosperidad de la mayor parte de las sociedades en las economías avanzadas y propiciar la Gran Nivelación. A la Cuarta Revolución Industrial, génesis del TecnoHumanismo, le corresponde un Estado del Bienestar 4.0 acorde a las nuevas necesidades sociales y económicas. Hay razones para ser optimistas sobre el futuro, pero solo si nuestras sociedades son capaces de gestionar adecuadamente estos cambios y proporcionar un nuevo Contrato Social acorde a esta Revolución Digital. Para lograrlo y llegar a un consenso lo más rápido posible, una de las principales soluciones es establecer una plataforma de TecnoDemocracia que nos permita ver emerger esta Nueva Sociedad Digital Horizontal.
Es muy probable que unas sociedades lo hagan mejor y lo consigan antes que otras. Aquellas capaces de diseñar Estados del Bienestar 4.0, como Japón, Corea o Islandia, que funcionen más eficientemente aprovecharán mejor la potencia de las nuevas tecnologías digitales para generar riqueza, al tiempo que alcanzarán menores niveles de desigualdad y una mayor equidad intergeneracional.
La propuesta del TecnoHumanismo es lograrlo mediante la educación y la solidaridad, lo que reducirá la analfabetización digital, para crear conocimiento aprovechable sobre la Inteligencia Artificial, los algoritmos, el análisis y minería de datos, el Blockchain o el Internet del Todo entre otras. La urgencia de diseñar un nuevo Contrato Social adaptado a la Revolución 4.0, usando las herramientas que la TecnoDemocracia pone al servicio del ciudadano, es crucial sobre todo para que se aborden lo antes posible las cuestiones jurídicas y éticas, que garantizarán la supervivencia de la democracia, la iguadad, la seguridad y la privacidad de las personas.