Todos en alguna ocasión, hemos buscado nuestro nombre en Internet para comprobar la información que hay almacenada sobre nosotros en los motores de búsqueda. Esta práctica tiene denominación, egosurfing, y sirve para comprobar entre otras cosas el impacto de nuestra huella digital.

Nuestro rastro en Internet es vasto, la huella digital que llevamos acumulando durante décadas es tan amplia y profunda que puede llegar a repercutir muy negativamente en muchísimos aspectos de nuestra vida real. Las tecnologías digitales emergentes de la Cuarta Revolución Industrial nos han acostumbrado a formas de interactuar con el entorno digital que han creado una enorme dependencia de un medio que no es para nada privado y que está en manos de unas pocas corporaciones tecnológicas que nos ven como su producto: buscamos en la red lo que consumimos y lo pagamos mediante transacciones digitales en centros de ecommerce, nos informamos y opinamos a través de canales y medios online, nos relacionamos socialmente viendo y publicando enlaces, fotos y videos del día a día desde Facebook, Twitter, Instagram, Youtube, TikTok, Snapchat, disfrutamos las miles de posibilidades en infinidad de aplicaciones gratuitas.

Pero tras este paraiso digital gratuito se esconde una verdad aterradora, nosotros somos el producto. Nada sale gratis. No somos verdaderamente conscientes de que los datos relativos a nuestras acciones digitales son sistemáticamente recopilados, almacenados e indexados por los centros de datos de estas corporaciones tecnológicas a través de diferentes técnicas de seguimiento: el registro y clasificación ordenada que los algoritmos de búsqueda realizan de cada una de nuestras apariciones virtuales, las cookies que el navegador envía y almacena en nuestro dispositivo como reflejo de la actividad, el muro de contenidos que hemos ido generando y compartiendo durante años en las redes sociales, o la recolección de información privada con interés económico en el dispositivo donde hemos instalado cada aplicación gratuita, que va desde los contactos de la agenda hasta el historial de ubicaciones,.

El modelo de negocio adoptado por la mayoría de los servicios online se basa en ofrecer funcionalidades gratuitas a cambio de rentabilizar la audiencia o los datos del usuario a través de publicidad personalizada. De esta forma, la huella digital de nuestros acciones y datos publicados va quedando registrada permanentemente, pudiendo adquirir especial importancia y repercusión en determinados momentos y decisiones de nuestra vida privada.

Derecho al olvido

Ante esta realidad cada vez más normalizada, dentro de esta nueva era de la Inteligencia Artificial, no sabemos ya cual es la magnitud de la huella digital, y sobre todo cual es el alcance del uso que le están dando los algoritmos de Aprendizaje Automatizado basados en Redes Neuronales. Tampoco sabemos como va a evolucionar este uso y si en un futuro cercano esta huella pueda acabar generándonos sesgos impensables hasta el momento.

Por tando, dentro del Manifiesto del TecnoHumanismo, nos sumamos a declarar como uno de los derechos fundamentales que ya existen desde hace tiempo, el «Derecho al Olvido» el cual se ha convertido en una declaración de tal importancia que las administraciones lo han incorporado en un capítulo especial de sus normativas sobre protección de datos.

La Agencia Española de Protección de Datos lo define como El derecho a solicitar, bajo ciertas condiciones, que los enlaces a tus datos personales no figuren en los resultados de una búsqueda en Internet realizada por tu nombre”. En el mismo, se incluye “…el derecho a limitar la difusión universal e indiscriminada de datos personales en los buscadores generales cuando la información es obsoleta o ya no tiene relevancia ni interés público, aunque la publicación original sea legítima (en el caso de boletines oficiales o informaciones amparadas por las libertades de expresión o de información)”.

El Tribunal de Justicia de la Unión Europea ha sentado también jurisprudencia al respecto cuando reconoce, en una sentencia del año 2014, el derecho de los ciudadanos a pedir a un buscador que borre los enlaces a información personal de su huella digital que ya no es pertinente, aunque sea cierta y pública. Hay que recordar, sin embargo, que la libertad de expresión e información limita este derecho a personas anónimas. Los personajes públicos solamente podrán pedir la supresión de noticias, comentarios y opiniones cuando éstas hayan incurrido claramente en delito.

Cabe citar por ejemplo que Google ha recibido solo en España durante los últimos cinco años casi 80.000 solicitudes y más de 800.000 en toda Europa. Provienen de personas que han pedido que se eliminen enlaces y referencias pertenecientes a su huella digital que consideran inadecuadas o irrelevantes y ejercer así su derecho al olvido y a borrar su huella digital.

Aunque según Google, las solicitudes para eliminar enlaces se estudian una a una y en algunos casos se pide más información al demandante. Cada una de ellas, además, se somete a una revisión «manual». Entre los factores más comunes que justifican la retirada de una dirección está la ausencia “clara” de interés público, información sensible –orientación sexual, raza, etnia, religión y afiliación política o sindical–, contenido relacionado con menores y condenas o antecedentes prescritos. Todavía no hay un mecanismo claro y en muchos casos cuesta bastante tiempo que Google acabe eliminando la información requerida.

Eliminación o reducción en lo posible de la huella digital

Más allá de la legislación y de los organismos, existen recomendaciones a través de las cuales se puede aumentar y mantener el anonimato en Internet minimizando la huella digital de nuestras actividades:

  • Borrar o desactivar todas las cuentas de redes sociales, compras y servicios web que ya no se usan.
  • Revisar la configuración de privacidad de los perfiles sociales activos. Todas y cada una de las plataformas donde se encuentran ofrecen diversas opciones para controlar la audiencia que puede acceder a las propias publicaciones.
  • Intentar ser selectivo y sér consciente del contenido que se publica, hacia quién va dirigido y de la posterior repercusión que pudiera tener.
  • Usar mecanismos de protección y anonimato como redes VPN y redes TOR.
  • Practicar la ofuscación de los algoritmos, enmascarando cuales son nuestras verdaderas preferencias mediante la elección arbitraria de diversos contenidos que nada tienen que ver con nuestra realidad.

La Internet Society (ISOC) es la única organización no gubernamental y sin ánimo de lucro dedicada en exclusiva al desarrollo mundial de Internet y con la tarea específica de concentrar esfuerzos y acciones en asuntos particulares relacionados con la red de redes, ofrece un interesante tutorial en el que podemos revisar qué tipo de huella digital estamos dejando y cuáles pueden ser sus posibles efectos.

También cabe recordar que desde el enfoque TecnoHumanista este y otros derechos se enuncian desde un punto de vista ético, teniendo al Ser Humano como centro, pero en un contexto individual. No es objetivo del TecnoHumanisno salir del plano ético y entrar en el político, que persigue el bien común y trabaja en el contexto de lo colectivo.

Es objetivo principal del Movimiento TecnoHumanista y del Proyecto IANética en concreto, es desarrollar y profundizar en este y otros Derechos Fundamentales, a través del Debate y la colaboración interdisciplinar, cumpliendo así la máxima de unir Pensamiento con Tecnología.